
Acabo de finalizar la lectura de La trenza, de Laetitia Colombani (Ediciones Salamandra, 2017). ¡Cómo lo he disfrutado! Me lo regaló mi padre para Reyes (¡mil gracias!). Su destino era añadirse al montón de libros pendientes de leer, que coloco en horizontal en uno de los estantes de mi librería. Vista la cantidad de títulos que le preceden en la pila, estaba destinado a esperar meses para ser devorado. Sin embargo, su argumento me llamó la atención: la historia de tres mujeres, muy distintas, unidas por un anhelo de libertad. Prometía chispa. Ha cumplido. ¡Con creces! Su narrativa es particular y sus protagonistas te seducen desde la primera página. Tienen vidas difíciles. Duras. Estas se van entrelazando con delicadeza, casi sin que te enteres, transmitiendo un único sentir. Este libro conmueve. Recuerda que todos estamos conectados, de un modo u otro. Lo estamos viendo. Viviendo. Si algo nos muestra el Covid-19 es que entre nosotros existen conexiones. Nos guste o no. Una persona contagiada, de este y cualquier otro virus, no solo puede transmitírselo a sus seres queridos, sino a perfectos desconocidos. Sin saberlo, les cambia la vida. En el peor de los casos, sin posible vuelta atrás. Por eso no tiene sentido el individualismo que fomenta nuestra sociedad. Y al que, en la mayoría de los casos, nos sumamos sin cuestionarlo. Quiero pensar que esta pandemia nos cambiará. Que el plural ganará al singular. Está ocurriendo. Miles de personas están remando hacia el bienestar de otras. Por generosidad y solidaridad. Existen millones de trenzas invisibles que nos conectan. Y estos lazos que nos unen a veces son sumamente hermosos. Este libro recoge tres y te deja con una sonrisa dulce. Esperanzadora. Sí, es un libro imprescindible. Ideal para este tiempo que nos está tocando vivir.
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