
¿Alguna vez te han silbado por la calle? En plan piropo (u objeto). Algo parecido a «fiu, fiu». Llevo un par de semanas escuchando ese silbido dos veces al día: al amanecer y al atardecer. Primero pensé que era alguien que se aburría. Porque, vamos a ver, no niego que pueda tener mi atractivo pero, ¡de ahí a que me silben extraños! Además, estoy confinada en mi casa. ¡Como el vecino o la vecina no vean a través de las paredes! Pronto comprendí que se trataba de un pájaro. Pero, ¿cuál? Me ha costado averiguarlo. Hasta me he bajado una aplicación para descubrir su identidad. Parece que se trata de una Oropéndola europea. No ha sido fácil. Esta primavera se escuchan muchos cantos. Se cruzan y confunden melodías. El confinamiento humano ha llenado las ciudades de música antes inaudible por culpa de la contaminación acústica (y atmosférica). Puedes ver a sus artífices haciendo piruetas en el cielo, pintando partituras invisibles. También en ramas y tejados. ¡Y nuestros oídos escuchan! He aprendido a diferenciar el sonido de tórtolas, cotorras, gorriones y golondrinas. Lo disfruto. Y parece que no soy la única. No en vano, en Singapur existe el oficio de concertista de pájaros. Consiste en combinar varias jaulas, con pájaros de distintos colores y tamaños, de tal modo que canten de la forma más atractiva posible. He podido imaginarlo gracias al poético libro de Josep-Francesc Delgado. Si cierro los ojos, hasta puedo visualizarlo y, lo mejor, escucharlo. Solo hay una pega importante: los pájaros están encerrados. Los prefiero libres. Nos prefiero libres a todos. Esta primavera parece el mundo al revés. Los animales campan a su aire mientras nosotros vivimos confinados. Lo estamos viendo en la televisión. Delfines, patos, ciervos, canguros, peces, etc. ¡Tantos seres paseando por lugares antes imposibles! Ahora están vacíos. De nosotros. Ojalá seamos capaces de ver la alegría y tranquilidad con la que se mueven. Algunas personas pensarán que nos han robado la primavera. Yo pienso que éramos los humanos quienes la habíamos secuestrado. Y enjaulado. Las cuatro estaciones. Sueño con un mundo en el que todas las especies vivamos con respeto y libertad. En el que cada ser cante su música, sin necesidad de aplastar la del otro. De someterla. De silenciarla. Es momento de repensar el futuro. De dibujarlo. Dicen que lo único imposible es aquello que no intentas.
¿Lo intentamos?
Es verdad, yo personalmente estoy disfrutando de ella cada vez que tengo el privilegio de pasear a Bob! Descubro nuevas flores y hojas inmaculadas durante el paseo y veo muchísimos pájaros 🦅 que antes no era capaz de ver.. porque supongo estaban escondidos.. es una primavera preciosa, lástima que no todo el mundo pueda observarla.. Pero si todo el mundo la pudiera ver .. entonces no estaría así..verdad? Entonces que podemos hacer para respetarla y disfrutarla? Se avecinan nuevos hábitos..seremos capaces?
Un abrazo Virginia! Y gracias por hacer que, de vez en cuando, me encuentre tus palabras y estas reflexiones tan Bonitas en mi correo!
Gracias Pilar por tu comentario. Pero, en especial, por valorar mis escritos. ¡Me anima a continuar!
Respecto a la pregunta que lanzas, creo que una manera importante de disfrutar de la naturaleza es no asustándola. Es decir, bajando nuestro nivel acústico. Sin gritos, bocinazos, petardos, etc. No somos conscientes del ruido que provocamos. Es natural que los animales se escondan. Creo que este sería un buen primer paso. ¡Lo estamos comprobando! Un abrazo!