
El próximo lunes es el Día Mundial de los Animales, que celebra la vida en cualquiera de su formas. Por este motivo, voy a hablarte de un caracol. Verás, mi cocina tiene una ventana que da a la calle. A través de ella veo un parque, edificios y la Serralada de la Marina. Además de unas buenas vistas, la ventana cuenta con una ancha repisa, en la que puse dos jardineras de madera con brezo de colores. En mayo del año pasado, después de un día de lluvia, descubrí en ellas a un caracol. Paseaba por el borde, a buen ritmo y con las antenas en perpetuo movimiento. Dado que vivo en un cuarto piso, su presencia me sorprendió. ¿Cómo había llegado hasta allí? El animal se dejó ver varios días, incuso recorrió el cristal de la ventana, hasta que desapareció. Y me olvidé de él.
Meses después, el brezo que contenían las jardineras se secó. No le gustaron ni las altas temperaturas veraniegas ni la falta de riego provocada por las vacaciones. Decidí cambiar las plantas y el recipiente, que tenía ya unos años y se astillaba. Al remover la tierra, descubrí una concha de caracol. La apertura estaba tapada y, aunque era muy ligera, no parecía estar hueca. Por si acaso, la dejé allí. Y también la olvidé. Hasta que, la semana pasada, llovió con ganas y el caracol reapareció. La sorpresa fue inmensa, ¡hacía más de un año que no lo veía! La ventana estaba entreabierta y el muy atrevido aprovechó la ocasión para, sigiloso, ¡colarse dentro de la cocina! Cuando lo vi tan pancho, dejando un rastro de babas horizontal, me entró la risa. Lo cogí con mucho cuidado y enseguida se escondió en su concha. Después, lo dejé en una de las jardineras y cerré la ventana.
Surgieron numerosas preguntas: ¿dónde había estado durante todo aquel tiempo?, ¿era el mismo caracol de la primavera 2020?, ¿estaba solo? Me di cuenta de que no sabía nada de ese animal con antenas, así que me puse a investigar. ¡Descubrí cosas curiosas!
- ¿Qué es un caracol? Un molusco gasterópodo pariente de calamares, mejillones y ostras. Sin desmerecer a nadie, ¡sin duda es el más guapo de todos! Respira a través de pulmones o branquias, según se trate de una especie terrestre o acuática. Tiene también corazón, hígado y riñón, ocultos bajo su concha. ¡Un pisotón puede ser fatal!
- ¿Cuánto mide? Unos cuatro centímetros. En África, existen caracoles gigantes que ocupan toda una mano adulta, como el Achatina marginata. Que no cunda el pánico, ¡es herbívoro!
- ¿Cómo se mueve? Tiene un solo pie que está en la tripa, que desliza contrayendo la musculatura y segregando una mucosidad que le hace resbalar por la superficie. El agua es indispensable para fabricar ese moco, lo que explica que esté muy activo de noche y cuando llueve, porque es cuando hay más humedad.
- ¿Es lento? Un poco, su velocidad media es de un metro por hora. Sin embargo, el caracol más común es el más rápido de sus congéneres y puede alcanzar los cincuenta metros por hora. Normal que la película de dibujos animados Turbo la protagonizaba un caracol.
- ¿Dónde vive? Enterrado bajo la tierra, en huecos de paredes o piedras. Suele descansar entre los meses de octubre y abril, aunque puede hacerlo también en verano, cuando el calor y la sequía aprietan. En este caso, y si el reposo dura mucho tiempo, está en «estivación». Tiene lógica, ¡los osos hibernan durante los meses fríos! Mientras descansa produce mucha mucosidad, lo que le permite generar una barrera en la entrada de su concha. Es el epifragma, una membrana sólida cuya finalidad es que al animal no le afecte la baja humedad ambiental.
- ¿Cuál es su esperanza de vida? De dos a siete años, dependiendo de la especie. El tamaño de la concha refleja su edad, porque ésta crece junto a él y la mantiene mediante la ingesta de calcio. En una de las fotos, podrás ver una hoja de brezo seca enganchada al caparazón. Teniendo en cuenta que cambié plantas y tierra el verano pasado, ¡la lleva con él desde hace doce meses!
- ¿Cómo se reproduce? Es hermafrodita, pero necesita una pareja con la que procrear. Dedica al cortejo entre dos y doce horas, ¡nada mal! Aun hay más: algunas especies tienen unas cosas calcáreas que le lanzan a sus parejas para atraerlas, tienen el mismo efecto que las flechas de Cupido. ¡Pillín! Luego viene la cópula, que dura siete horas, y de la que pueden salir hasta cincuenta huevos, que esconde bajo tierra. Si tiene mala suerte, alguien se los comerá. Por lo visto son deliciosos, se conocen como «el caviar blanco». Pero si tiene suerte, ¡habrá caracolitos en quince días!
Hace días que no veo a mi amigo baboso. No sé si está descansando, si se ha mudado, o si simplemente está esperando a que llueva para deslizarse sobre gotas de agua. Cuando reaparezca, me encontrará detrás del cristal de la ventana, deseosa de decirle todo lo que he aprendido sobre él. ¡No veo el momento!
Con tiempo y paciencia, hasta un caracol llega a América. Colm Tóibín, novelista y periodista.

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