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Una medusa se ha comido el Santo Grial

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El verano pasado me picó una medusa en el tobillo. Años atrás, una en la mano y otra en el hombro. ¡Qué dolor! Si alguna vez has sido víctima de este invertebrado marino de cuerpo gelatinoso, sabrás que, cuando posa sobre ti sus tentáculos, sientes una breve descarga eléctrica. Después, notas un escozor doloroso como el de las quemaduras. Para colmo, la zona atacada se hincha y, si se trata del tobillo, cojeas durante un rato. Efectos secundarios de mi afición por la vida marina.

Durante los meses de julio y agosto, en las playas del Mediterráneo es habitual ver hondear una bandera blanca con un dibujo de dos medusas azules. Alerta de la presencia de estos animales. Al verla, hay quien evita bañarse y alivia su calor con el agua de la ducha, si la hay. También hay quien las saca del mar con un cazamariposas y las deja en la arena, para que mueran asfixiadas bajo el sol. Es cruel e injusto, y esto por tres motivos: llevan en la Tierra más tiempo que el ser humano (quinientos millones de años frente a doscientos mil); el mar es su casa, no un lugar de recreo; ¡no todas las medusas pican!

Si no te gustan las medusas, tengo una mala noticia: el cambio climático está provocando un aumento generalizado de las temperaturas y el agua del mar se calienta cada vez más. ¿Y a quién le encanta bañarse en aguas templadas? ¡A las medusas! Encima, su principal depredador, el temido tiburón, es objeto de una pesca desmedida que está disminuyendo drásticamente su población. No guste o no, las medusas proliferarán.

El pavor que provocan estos bichos puede tener su origen en la mitología griega, porque Medusa era una diosa del inframundo que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. ¿Te imaginas tener ese poder? Perseo la decapitó y usó su cabeza como arma. Luego, se la regaló a la diosa Atenea, que la puso en su escudo para defenderse. Todo muy agradable, ¡normal que el animalito no despierte simpatía!

No obstante, las medusas también gustan. Y, si no, que se lo digan a Ángel Fitor, naturalista y fotógrafo profesional especializado en naturaleza submarina. El año pasado ganó el premio European Wildlife Photographer of the Year 2021 con El ballet de las medusas. La fotografía las muestra nadando en plena noche en el Mar Menor, meses antes de que miles de peces murieran por culpa de la contaminación de la laguna de agua salada más grande de Europa. La imaagen es una maravilla. ¡Bravo, Ángel!

En el terreno científico, una medusa es noticia desde el mes pasado. Un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo ha logrado descifrar el genoma de la medusa Turritopsis dohrnii y ha descubierto que posee la capacidad de renacer. Una vez alcanza la madurez, ¡vuelve a ser joven! Hay más: puede repetir este proceso cuantas veces quiera. Se la conoce como “la medusa inmortal”, porque solo muere si un depredador se la come. Este artículo te ayudará a comprender cómo consigue burlar a la muerte.

El descubrimiento arroja nuevas esperanzas sobre una cuestión de lo más antigua: la búsqueda de la inmortalidad. Son tan grandes las ganas de evitar la molestia de la muerte, que existen múltiples leyendas sobre cómo conseguirlo. Por ejemplo, el Santo Grial. Es uno de los objetos más codiciados del planeta, porque se cree que lo usó Jesucristo en la última cena y, cuando el pobre fue crucificado, se llenó con su sangre. Por lo visto, quien beba de él resucitará. ¿Te tienta la idea? Pues mejor no pienses en el líquido rojo que contuvo, salvo que desciendas de vampiros, claro. O de caníbales.

Si existe o no el Santo Grial, es un misterio. Como también lo es su localización. Hay diversas teorías. Añado otra: ¿y si se lo comió una medusa y se convirtió en la primera inmortal de su especie? Ya se sabe que en el mar se encuentra de todo, desde botellas de plástico hasta el transatlántico más lujoso y desgraciado del mundo. Esté donde esté la copa, si es que está en algún lugar, la realidad es que son muchas las personas que han ido tras ella. Los nazis la buscaron en Barcelona, tal y como documenta Montserrat Rico Góngora en su exitosa novela histórica La abadía profanada. Y, hace cinco años, un anticuario inglés ofrecía dos millones de euros a quien la encontrara. ¡A buscar!

Si no quieres morir nunca y no te apetece buscar el Santo Grial, no te agobies. Científicos de todo el mundo trabajan sin descanso para frenar el envejecimiento y alcanzar la anhelada inmortalidad. Las fórmulas a las que podremos recurrir son de lo más variopintas: congelarnos hasta que exista una cura para las enfermedades terminales, mezclarnos con robots, tomar pastillas que frenan el envejecimiento, etc. ¡Va en serio!

Mientras la ciencia averigua o no el secreto de la inmortalidad, lo que sí está claro es que es muy probable que la medusa inmortal se convierta en un objeto codiciado. Más de uno dejará que le pique, o se la comerá, o se untará el cuerpo con ella a modo de escudo protector. En lo que a creencias se refiere, todo vale. No en vano, cada año se usurpan miles de huevos de tortugas marinas, de aletas de tiburones o de colmillos de elefantes, entre otros, porque se les adjudican propiedades maravillosas jamás demostradas científicamente. ¡Ay el poder de la imaginación!

Que no te dé miedo cruzarte con una medusa. Quizá sea un ejemplar de la inmortal y, si te atrapa, a lo mejor vives para siempre. Aunque, si te digo la verdad, yo prefiero ser mortal. ¡No más picadas!

Foto: pixeldust / Pixabay

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Publicado en Historia real Libros Naturaleza

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