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Habla mientras puedas

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La adolescencia es una etapa difícil. A los complejos físicos que cada uno tiene, se añade la mala baba de unos cuantos empeñados en hacer daño. Que si estás gorda o delgada, que si tienes granos en la cara, que si a ver si creces… De mí decían que era bajita, que tenía voz de pito y no sé cuántas cosas más. También hubo una época en la que me pegaban entre tres. ¿Me afectaba? ¡Claro que sí!

Quienquiera que haya vivido situaciones similares comprenderá la alegría que me ha producido esta noticia: dos emprendedores de Murcia han creado una aplicación informática para decir a los demás lo que más nos gusta de ellos. Quieren mejorar las relaciones sociales entre alumnos de colegios e institutos y, de paso, acabar con el acoso escolar. La aplicación se llama «FAN!» y hablaron de ella en el telediario (minuto 33:56).

Es importante que los jóvenes crezcan en la positividad. ¡Mejora la autoestima! Además, incide en el modo en el que se relacionarán en el futuro. Si crecen acostumbrados a decir cosas buenas de los demás, la convivencia social será más fácil. Porque, admitámoslo, a las generaciones previas nos cuesta decir lo que sentimos. Estamos acostumbrados a callarnos los halagos, a no mimar el oído ajeno. Pensamos que para qué, si la otra persona ya sabe lo que pensamos de ella, ¿verdad?

Dicen que «obras son amores, que no buenas razones». Si bien es cierto que tu comportamiento delata tu sentir, el lenguaje sirve para algo más que para comunicarse; entre otras cosas, permite que nuestros seres queridos se sepan queridos. No es lo mismo intuirlo que oírlo. Gusta. Sienta bien. En un mundo plagado de tropiezos y de tristezas, recibir cariño verbal no viene mal.

No dejes para mañana lo que puedas verbalizar hoy. De lo contrario, quizá te arrepientas. La poetisa Elvira Sastre ha compartido en su Instagram un texto dirigido a su abuela, fallecida hace poco. Con su habitual escritura bella y sentida, nos regala dos frases punzantes: «Es la hora de llamarte y todavía no he aprendido qué se hace con el teléfono. No sé qué se hace con todas las cosas que no puedo contarte.» Qué difícil resulta la imposibilidad de hablar con alguien; de escuchar la voz amada; de pedirle consejo, ayuda. Qué doloroso ese nunca más.

Además de palabras, callamos gestos. Víctor Manuel se pregunta en una de sus canciones «a dónde irán los besos que guardamos, que no damos. Dónde se va ese abrazo si no llegas nunca a darlo». Es una pena que esas muestras de afecto no lleguen a la persona destinataria, aunque parece que van a algún lugar; que no se pierden del todo y para siempre. Es bonito pensarlo; imaginar un mundo en el que se acumula lo censurado por miedo, timidez, vergüenza, desapego. Ojalá viviéramos en ese mundo. Ojalá no fuera necesaria ninguna aplicación para decir cosas bonitas. Ojalá tuviéramos el valor de mirar a nuestra gente a los ojos y decirle que nos importa, que es perfecta tal y como es, que con ella la vida es mejor. Decirle, simplemente, «me importas».

Habla. Habla mientras puedas.

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Publicado en Historia real

2 comentarios

  1. Gloria Gloria

    Qué bonito, Virginia.

    Gracias por recordarnos algo tan importante, tan difícil a veces y tan necesario. Precioso el poema de Elvira Sastre, gracias por descubrirmelo.

    Pienso en ese mundo lleno de palabras no dichas y gestos reprimidos y me gusta pensar que, al menos, no habrá muchos míos allí que debieran haberte sido dedicados.

    La tarea (completamente desinteresada) que asumes cada mes de escribir estos textos tan sentidos, con tanto corazón y que están destinados a provocar una sonrisa o una reflexión, merecen, como mínimo, un comentario, por cortito que sea, por torpe que sea.

    Gracias y mil gracias por seguir escribiendo y compartiendo.

    Un abrazo.

    • Virginia Virginia

      Gloria, tus palabras me emocionan. Muchas gracias.

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