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Sorpresas del mañana

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Una de las cosas que más me gusta de viajar es descubrir cosas insólitas. Tras un fin de semana en Toledo, regreso a casa con la retina impregnada de calles sinuosas y monumentos con siglos de antigüedad. Sin embargo, mi mayor sorpresa ha sido el hallazgo de una iglesia reconvertida en centro cultural y ¡en discoteca!

Se trata de la Iglesia de San Vicente, en la que todavía hoy se aprecian huellas de su pasado romano, islámico, visigodo y cristiano. Fue fundada por el rey Alfonso VI tras conquistar a los árabes la ciudad para el reino de Castilla y, durante más de mil años, tuvo carácter de templo sagrado. En 1842 fue desacralizada y, a partir de entonces, tuvo distintos usos: museo de arte religioso, almacén municipal, aulario de la Universidad de Toledo y despacho de inquisidores generales, como el temido Torquemada.

En la actualidad la iglesia es la sede del Círculo de Arte de Toledo. Entre unos muros de piedras milenarias, hallan cobijo el arte y el ocio. En el calendario se suceden exposiciones artísticas, obras de teatro, danza y presentaciones de libros. También, conversaciones pausadas en la cafetería. Cuando cae la noche, una música con la mejor de las acústicas impregna el lugar con conciertos, copas y bailes discotequeros. ¡Menudo giro de ciento ochenta grados!

El cambio sufrido por la Iglesia de San Vicente no es único en el mundo. En Montevideo la antigua cárcel de Punta Carretas fue reconvertida en uno de los centros comerciales más conocidos de la ciudad. El cambio fue muy celebrado por la población, pues en su interior se cometían torturas y violaciones de los derechos humanos. También ha sido ocupada por tiendas la barcelonesa plaza de toros Las Arenas, que no solo se destinó al maltrato animal: fue el cuartel general del bando republicano durante la Guerra Civil, escenario de combates de boxeo, circo y verbenas, e incluso albergó un velódromo desmontable en el que se celebraban pruebas de ciclismo. La vida es cambio.

Mi sorpresa es inmensa al descubrir que existen hoteles de lujo donde antaño hubo cárceles. Algunos ejemplos: The Liberty Hotel (Boston, Estados Unidos), Courthouse Hotel (Londres), Malmaison Oxford (Oxford,), Het Arresthuis (Roermond, Países Bajos), Hotel Långholmen (Estocolmo, Suecia), Hostel Celica (Liubliana, Estonia) y The Old Mount Gambier Gaol (Australia). Si te tienta la idea de dormir en una antigua celda, pero prefieres no tener que coger un avión, puedes satisfacer tu curiosidad sin salir del país: el Parador de León fue también un centro penitenciario; lo padeció en carne y hueso el mismísimo escritor Francisco de Quevedo.

Así como los tiempos cambian, cambian los usos de los edificios. Donde antes hubo sufrimiento, ahora hay disfrute; donde antes hubo represión y castigo, ahora hay imaginación, belleza y libertad de expresión. Valgan estos edificios como ejemplo de que la humanidad avanza. A trompicones, pero avanza. No tiremos la toalla. Nunca se sabe qué sorpresas nos deparará el mañana.

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Publicado en Historia real

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