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No me acuerdo

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Los medicamentos siempre tienen efectos secundarios no deseados. Basta con leer un prospecto cualquiera para comprender que medicarse es una actividad de riesgo. Los pacientes que requieren de medicación diaria lo saben bien. En ocasiones tienen dificultades para recordar algunas cosas y hay quien incluso se convence de que está perdiendo la memoria. Si a menudo te oyes diciendo «no me acuerdo», comprueba que no estés tomando una de estas pastillas.

A la falta de memoria accidental o basada en un deterioro del cerebro se suma ahora la voluntaria. Según un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania, es cuestión de tiempo que seamos capaces de borrar de nuestra memoria experiencias tristes o traumas dolorosos. A base de experimentar con ratones se está cerca de conseguir medicamentos amnésicos. Por lo visto, serían capaces de borrar los recuerdos evocados en el momento de la ingesta. Pastillita y ¡adiós!

Este tema ya ha sido tratado en el mundo de la ciencia ficción. En ¡Olvídate de mí!, Kate Winslet y Jim Carrey mantenían una relación difícil. Era tan tormentosa, que el personaje que ella interpreta decide borrarla de su memoria. Cuando él se entera lo pasa fatal y decide hacer lo mismo. No quiero destriparte la película, así que si quieres saber cómo acaba tendrás que verla. El problema es que lo que te cuento aquí es real. Pura ciencia. El objetivo oculto es loable: borrar de la memoria experiencias traumáticas, como violaciones o abusos infantiles. ¡Nada mal!

El problema es que muchos de nuestros recuerdos suelen ser mentira, como canta Serrat en su maravillosa Los recuerdos. El pasado es rememorado siempre a través de las emociones, que nos alejan de la objetividad y nos empujan a reescribir lo que no nos gusta. Irene Vallejo habla de ello en su escrito Los dátiles del olvido, donde además explica que los enfrentamientos sobre cuestiones pasadas suelen ser muy dolorosos precisamente porque las partes implicadas no tienen los mismos recuerdos. ¡Es un entendimiento imposible!

De nada sirve aprovechar la comida de Navidad para remover el pasado ya caduco y echarle en cara a tu padre que su preferida siempre ha sido tu hermana mayor, a tu abuela que aunque seas distinta tú también eres de su familia o a una amiga que te has distanciado porque te ha decepcionado. La historia siempre acaba igual: todo el mundo recibe y sufre. Lo más práctico es trabajar en ti lo que te duele o agobia, abrazar esa necesidad que no se ha satisfecho e intentar que el futuro sea más saludable. Para ti y para los demás.

Vivir no es fácil. Llevamos a cuestas una mochila llena de experiencias, algunas muy dolorosas. Es posible que nos tiente la idea de tomar una pastilla y borrar recuerdos concretos, pero hay algo que no debemos olvidar jamás: la persona que somos ahora es el resultado de todo lo vivido. Con toda probabilidad, yo no sería escritora si no hubiera sido hija única y si no me hubiera ido a vivir a los once años a dos mil kilómetros al norte de Barcelona. ¡A un país en el que llovía casi a diario! ¿Qué otra cosa podía hacer salvo leer y escribir?

Claro que me gustaría no haber pasado por determinadas experiencias, no haber conocido a aquellas personas que resultaron ser dañinas. Pero estoy en un momento de mi vida, casi medio siglo, en el que empiezo a comprender que todo eso ha contribuido a mi formación como persona. Como ser humano. Así que, señores científicos empeñados en experimentar con ratones, yo elijo recordar. Aunque haya cosas que todavía duelan y llore y sienta miedo, para mí decir «no me acuerdo» no es una opción; aunque mis emociones distorsionen el pasado, aunque me engañe para intentar ser más feliz. Necesito cada uno de los pasos que he dado para llegar hasta aquí. Hasta ti.

«Los recuerdos más felices son los que terminaron cuando deberían haberlo hecho.» Robert Brault

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Publicado en Historia real Naturaleza

Un comentario

  1. Lourdes Lourdes

    Totalment d’acord!!!!

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