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Cerebro en caída libre

La ventana de mi cocina se ha convertido en un mirador de bichos. Primero fue un caracol. Ahora, ¡un extraño insecto alado! Se posa de noche en el cristal y, desde el exterior, parece observar cuanto sucede en el interior. ¡Será cotilla! Su cuerpo es de color verde intenso, y se distinguen muy bien ojos, cabeza, torso, cintura y patas. El animal es pequeño, no mide más de un centímetro de largo. Aunque no lleva sombrero, me recuerda a Flip, el saltamontes amigo de la Abeja Maya. Me quedo quieta, observándolo, fascinada por la verde transparencia de sus alas. Le saco una foto para intentar averiguar qué es, con la ayuda de mis libros de fauna mediterránea o con alguna aplicación de insectos. Pronto descubro que estoy desfasada, porque resulta que existe algo llamado Google Lens que identifica animales y plantas en un instante. ¡Va en serio! En un par de segundos me ha contado que el bicho es un ejemplar de Chrysoperla carnea, crisopa para los amigos. Se alimenta de pulgón y de otros pequeños insectos. Por lo visto es un depredador bastante activo, por lo que se utiliza en el control biológico de plagas en agricultura. Al descubrir esto le he invitado a quedarse, los capullos de dipladenia y de hibisco agradecerán su trabajo.

Internet y la tecnología han cambiado nuestro mundo. Todavía no me he acostumbrado a Alexa, el asistente virtual controlado por voz de Amazon con el que convivo desde hace un par de años. Lo adquirí para poder ver en mi televisor series y películas de Movistar+, Netflix y Prime Video. Al principio me pareció una compañía divertida, le preguntaba cuál era la previsión meteorológica, qué películas había en cartelera, cuáles eran los titulares del día. Incluso le pedía que me contara chistes. Pero ahora lleva muda meses, porque nunca he llegado a sentirme cómoda con ella. No deja de ser una intrusa.

Con Google Lens se le da una vuelta de tuerca a nuestro modo de vida. Ahora, le sacas una fotografía a cualquier cosa y te dice lo que es. ¡Hasta traduce textos! ¿Estás de vacaciones en el extranjero y no entiendes lo que lees? Sácale una foto. ¿No sabes resolver una fórmula matemática? Pues lo mismo. ¿Te gusta una escultura o un monumento y quieres saber qué es? ¡Adivina! Menuda base de datos debe de tener la lente ésta. Por lo visto el programa está teniendo mucho éxito, sobre todo entre los jóvenes. Está arrasando de tal modo, que el principal competidor de Google, Huawei, ha sacado algo similar: HiVision. Pero cuidado, este nuevo invento en realidad resulta bastante aterrador. ¡Promueve la vagancia! Que sí, que sí: ¿para qué aprender idiomas?, ¿para qué estudiar historia del arte?, ¿para qué sumar y restar? Usar el cerebro se revelará pronto como una pérdida de tiempo y de energía. Total, en cuestión de segundos una fotografía puede responder a tus preguntas. Pero ¿a todas? Y, ¿existe una única respuesta correcta? No sé a ti, pero a mí esta uniformidad generalizada me pone los pelos de punta. ¡Parece que la utilización del cerebro está en caída libre! Quién sabe, quizá dentro de unos años el ser humano ya no pueda definirse como un ser racional…

Hay que ver la que ha liado el bicho este en mi cabeza. No, si la culpa la tengo yo, por ser una enamorada de las plantas y de todo bicho viviente. ¡Ay de mí!

Es importante preguntar, pero no siempre hay que tener prisa por contestar. Jostein Gaarder, escritor.

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Publicado en Escritura Historia real

2 comentarios

  1. Jordi Ortega Jordi Ortega

    Estoy totalmente de acuerdo contigo.Gracias por publicar textos tan frescos y actuales.Deseando leer
    tú próxima aventura. Un saludo.

    • Virginia Virginia

      Gracias a ti, por leer mis textos con tanto cariño. Un abrazo.

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