
El ser humano es un buscador de respuestas. Necesita comprender el mundo en el que vive; conocerlo. Uno de los temas que más llama su atención es si hay vida fuera de la Tierra. Personas como el escritor J.J. Benítez aseguran que sí, pero las mentes científicas y racionales necesitan pruebas. A día de hoy, no hay evidencias claras de vida extraterrestre, al menos oficialmente. Quizá las haya y están silenciadas en archivos secretos.
Lo que sí está demostrado es que existen objetos voladores no identificados. Rebautizados como Fenómenos Aéreos No Identificados (FANI), el Departamento de Defensa de Estados Unidos tiene una lista con 510. Después de investigarlos, ha descubierto que la mayoría eran globos, drones, aves, fenómenos meteorológicos o residuos aéreos como bolsas de plástico. La mayoría, pero no todos. Los científicos todavía no han conseguido explicar 171 fenómenos. Son unos cuantos.
El Pentágono descarta un origen alienígena y los atribuye a injerencias de gobiernos extranjeros, pero la NASA ha optado por realizar una investigación independiente. Es tal el interés de la agencia espacial en dilucidar el extraño asunto de los avistamientos, que ha creado un grupo de dieciséis expertos para investigar los FANI. Funciona desde el mes de octubre y publicará sus resultados a mediados de este año. Estoy impaciente por descubrir sus conclusiones.
La cuestión de si hay o no vida extraterrestre no se limita a los fenómenos aéreos sin identificar. Durante años, la NASA se ha dedicado a la tarea de encontrar vida en otros lugares del universo. Tras décadas espiando a Marte, ha llegado a la conclusión de que en algún momento hubo condiciones para que surgiera la vida en el planeta rojo. Para comprobarlo, el Perseverance Mars Rover está recogiendo muestras que confirmen o desmientan esta teoría. Puedes seguirle la pista aquí.
La NASA es incansable. Si bien hace años que se conoce la existencia de planetas fuera del Sistema Solar, los llamados exoplanetas, con el Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito ha confirmado la existencia de un sistema parecido al nuestro. Está a cuarenta años luz de la Tierra y lo gobierna una estrella parecida al Sol denominada TRAPPIST-1. A su alrededor giran siete planetas. Tres orbitan en la zona habitable de la estrella, porque no están ni muy cerca ni muy lejos, con lo que son susceptibles de albergar agua líquida. Y, si hay agua líquida, ¡puede haber vida!
Existen más sistemas con planetas habitables. Uno es el TOI 700, a cien años luz de nosotros. Entre los planetas que deambulan a su alrededor, hay uno que es muy parecido a nuestra Tierra: tiene el 95% de su superficie y es rocoso. Otro sistema es el que orbita alrededor de la estrella GJ 1002, a dieciséis años luz. Tiene dos planetas en zona habitable.
Como ves, los planetas terrestres son muy habituales y es inevitable que su descubrimiento plantee todo tipo de conjeturas y de esperanzas. Ahora bien, en un momento en el que la Tierra es víctima de un cambio climático desatado provocado por el ser humano, es inevitable pensar que estas investigaciones tienen una motivación oculta. Más allá de la búsqueda de seres verdes con antenas, existe la posibilidad de que se esté tramando una mudanza a un exoplaneta. Al fin y al cabo, vivimos tiempos de usar y tirar.
¿Te imaginas un cambio de planeta? ¡Con lo tediosa que es una mudanza! Por no hablar de los años que pierdes por el camino. Yo prefiero cuidar de nuestra bola azul. Es un lugar hermoso, aunque haya gente empeñada en destruirla. Debemos protegerla y preservarla. Y, también, defenderla de los vendedores de humo. La solución está en cada uno de nosotros; en lo que hacemos; en lo que dejamos de hacer.
El próximo jueves 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental. Ojalá sume más personas a la causa. Ojalá sirva para concienciar de que la verdad no está ahí fuera. Está aquí. Aquí. Cuidemos de nuestro entorno. Cuidemos de nuestro hogar.
Fotografía: NASA / JPL-Caltech
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