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Aprendizaje tardío

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El cine es un mundo mágico. Nos muestra otras realidades, nos las hace sentir. A veces, nos impacta tanto la historia que se nos muestra, que pasamos días pensando en ella, en sus personajes. Incluso recomendamos ver la película o la serie. El boca a boca se convierte así en una poderosa herramienta capaz de hacer volar alto y lejos un mensaje hasta entonces atrapado en una pantalla.

Otras veces no entendemos lo que vemos. No somos capaces de ponernos en la piel del protagonista, de aceptar sus decisiones, su comportamiento. Existe una distancia insalvable entre lo que sucede en la pantalla y lo que siente el espectador; un precipicio arisco por el que el mensaje cae hasta estrellarse contra el suelo. Es lo que me pasó con El marido de la peluquera. Tenia quince años cuando la vi por primera vez y no comprendí el desenlace. Incluso me enfadé con la peluquera (por si no has visto la película, me callo su drástica decisión).

No sucedió lo mismo con 20.000 especies de abejas. Nunca me había planteado el dolor que acarrea saber, desde la más tierna infancia, que el reflejo que ves en el espejo no se corresponde con tu sentir. No te reconoces. Te sientes atrapada, enjaulada en un cuerpo convertido en prisión. La directora Estibaliz Urresola Solaguren trata el tema con tal delicadeza y las interpretaciones de las actrices son tan magníficas, que resulta imposible permanecer ajena. En mi opinión, es una película necesaria; imprescindible para comprender al colectivo transexual.

También me ha cautivado Nyad, con unas magníficas Annette Bening y Jodie Foster. Cuenta la historia real de una nadadora de largas distancias estadounidense que tuvo que abandonar su sueño. ¡Pretendía hacer a nado la distancia entre Cuba y Florida! Tres décadas después, lo retomó. No quiero destripártela, pero sí te adelanto que es una película que merece la pena ser vista. Es inspiradora y subraya la importancia del trabajo en equipo; de los demás. En un mundo tan individualista como el nuestro, está bien recordarlo.

Son muchas las cosas que se aprenden viendo películas. He visto tantas, que estoy convencida de que por mis venas fluye cine además de sangre. Con el tiempo me he dado cuenta de que cada película tiene su momento. Como los libros. Lo que un día no te produce ni frío ni calor, otro te conmueve. ¿Qué ha sucedido? Ha pasado el tiempo, la vida. Hemos aprendido cosas a base de tropiezos y heridas.

Treinta y tres años después, he conseguido comprender a la peluquera de la película francesa. Lo sé, ha sido un aprendizaje tardío. Pero ¡más vale tarde que nunca! Estoy viviendo un momento feliz y no quiero que se acabe. Tras años de escritura y lucha, tras una defensa intensa de la historia que había escrito y que me negaba a guardar en un cajón, mi novela Un tesoro en el olvido se ha hecho pública. A medida que va siendo leída, recibo mensajes entusiastas; emocionados. Incluso periodistas de radio, prensa y televisión quieren saber más. Y yo, que escribo guiada por mis musas, que me enfrento a diario a la soledad de mi estudio y al silencio que hay entre sus paredes, estoy en una nube. Y no me quiero bajar. Nunca.

Hoy entiendo más que nunca a la peluquera. Al igual que ella, sé que este momento feliz pasará. Abandonaré la cara brillante de la luna para regresar a la oscura, la oculta. Pero, a diferencia de la peluquera, lo asumo como algo natural. Si algo he aprendido, es que todo cambia continuamente, que no hay que aferrarse a nada. De poco sirve rebelarse contra esta certeza y estirar los dedos de las manos para atrapar los momentos felices. Siempre escapan. Lo importante es disfrutarlos mientras duren. Abrazarlos. ¡Besarlos en los labios!

Y seguir nadando, como lo hizo Nyad. Hay más sueños, más historias que contar. Y miro al cielo otoñal a sabiendas de que las golondrinas que hoy se marchan, regresarán mañana y nos recordarán que el sol siempre vuelve a salir. Siempre. Por más oscura y endiablada que sea nuestra tormenta.

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Publicado en Escritura Historia real

2 comentarios

  1. Gemma Gemma

    Precioso escrito y lleno de verdad.

  2. Gloria Gloria

    Qué maravilla de texto, querida Virginia. El sol siempre vuelve a salir, y es mucho más emocionante cuando nos lo cuentas tan bonito. Felicidades por la publicación de Un tesoro en el olvido. Es una novela que te llega al corazón y te hace viajar al pasado y mirar. Mirar de verdad lo que nos rodea y a menudo no apreciamos. Eso es algo que caracteriza tu escritura, la capacidad de fijarte en los detalles, en su belleza, y transformarlos en palabras que lanzas directas a los corazones. Esa nube en la que estás es el resultado de todo lo que has trabajado, mirado y creído. Haces bien en vivirlo intensamente, te lo has ganado. Tenemos suerte de que lo compartas con nosotras. Gracias por algunas de las recomendaciones de películas, otras las he visto. Como dices, no todo depende de ellas, de su belleza y calidad, también influye el momento personal de cada una, y eso forma parte también de la belleza del arte, cómo llega (o no) a cada persona. Un abrazo.

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