
Escribí sobre el hecho irrefutable de que algo pasa con Japón. Su cultura y filosofía están repletas de cosas dignas de admirar. Algunos jóvenes, y no tan jóvenes, lo saben bien, porque devoran un manga tras otro. Ahora que la primavera está a la vuelta de la esquina, rescato otra tradición que conmueve año tras año: el Hanami. Consiste en observar la belleza de las flores en primavera. En especial, las del cerezo (sakura), que tiñen calles, parques y campos de rosa pálido y blanco. En Japón, los campos de cerezos se suceden hasta donde alcanza la vista, como sucede con los olivos en Jaén.
Según la leyenda, en un principio estas flores eran solo blancas, pero la práctica de otra tradición provocó que cambiaran de color. Se trata del suicidio para evitar la deshonra, que cometía un samurái, o un miembro de su familia, frente a un cerezo. Como se derramaba sangre, se cree que el árbol la absorbía, lo que convirtió sus flores en rosadas. Aunque la idea resulta poética, no parece muy científica. A estas alturas, con los litros de sangre que la humanidad ha derramado y continúa derramando, ¡el mundo debería ser rosa!
Los brotes de sakura se forman en verano. Después, entran en un periodo de letargo y despiertan con las bajas temperaturas del invierno. Crecen y florecen a medida que suben las temperaturas, y llegan a su máximo esplendor en primavera. Durante la época del Hanami, proliferan los picnics bajo ramas de cerezo. Se celebra la belleza; la vida. La comida se mezcla con caricias, abrazos, besos, risas. Es una tradición tan importante, tan anhelada por millones de personas, que los meteorólogos de Japón dedican meses a elaborar un riguroso pronóstico de la apertura de los primeros capullos.
No es para menos, miles de turistas en todo el mundo planean sus vacaciones alrededor de este hermoso acontecimiento. Si eres uno de ellos, consulta Cuándo y dónde practicar el Hanami y acierta el tiro con la predicción para este año. Ahora bien, si no te apetece viajar tan lejos, puedes ver la floración de los cerezos en otros lugares más cercanos. En Catalunya, por ejemplo, hay varios sitios en los que contemplarla, normalmente entre finales de marzo y finales de abril: Sant Climent de Llobregat, Arenys de Munt, Soses, Segrià y Lleida. En el Valle de Aitona, además, podrás disfrutar de las flores de melocotoneros, nectarinas y almendros. Si te gusta ver grandes extensiones con flores de todo tipo, seguro que este artículo te gustará.
Está demostrado que el contacto con la naturaleza tiene efectos saludables en nuestra salud. No es casual que muchas personas tengamos plantas en distintas estancias de la casa. Hay quienes no saben cuidarlas y se frustran al verlas marchitarse ante sus ojos. También hay lugares que, por su escasa iluminación natural, no son adecuados para estos seres vivos. Para estos casos existen las plantas artificiales. Durante años las he detestado. ¿Cómo osan imitar a la naturaleza? ¿Ocupar su lugar? Son de plástico, no huelen, no cambian y, si no se limpian, acumulan polvo. Sin embargo, me he dado cuenta de que tienen un importante punto a su favor: alegran la vista ¡durante todo el año!
Vivimos tiempos difíciles. Deprimentes. Indignantes. No nos olvidemos de la naturaleza, esa aliada que nos oxigena, nos tranquiliza, nos ayuda a recuperar nuestra paz interior. ¡Aunque sea solo durante unos instantes! A pesar de la preocupante sequía, los campos están tiñéndose de verde; las calles de las ciudades sorprenden con flores de cerezos y de almendros; los mercadillos se llenan de plantas en flor; el césped de los parques empieza a estar salpicado de múltiples colores. La vida sigue, a pesar de todo. No te pierdas el espectáculo de la llegada de la primavera. Permítete coger aire; defiende tu alegría. Abraza el Hanami.
«Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera». Pablo Neruda
Foto: flor de cerezo, Badalona.
Cuando vivía en Madrid, íbamos todos los años a un parque donde hay un montón de cerezos. Era una tradición pasar la tarde allí. Ahora vivi en el campo, pero por aquí no hay muchos cerezos. Es un clima frío, pero es naturaleza al fin y al cabo, con toda su belleza.
Por supuesto, Olalla. Allí donde hay naturaleza, hay belleza. Estoy segura de que pronto nacerán flores que te rodearán de colores. Disfrútalo.