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Un apellido con muchas vidas

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Millones de personas nos llamamos igual. Para distinguirnos, el apellido es fundamental. Lo heredamos de madres y padres y, si queremos, podemos cambiar el orden entre uno y otro, pero nada más. Es como la sombra: no hay modo de librarse de él e incluso es posible que marque tu destino.

El origen de un apellido es diverso. Su significado, también. Un apellido es mucho más que una suma de letras. Nos une a personas que conocemos y a otras que no conoceremos nunca. Detrás de cada una de ellas hay historias de sentimientos, sueños, secretos, renuncias y triunfos. ¿Las conoces? Lo habitual es recibir pinceladas de nuestros antepasados; de algunos, no todos. Se dedicaba a esto, se casó con fulanita, tuvo a menganita, etcétera. Una vida resumida en un par de frases.

Vuelvo de un viaje a mis orígenes; de visitar un lugar al que no regresaba desde hace más de cuarenta años: Linares. Un punto en el mapa, una ciudad rodeada de olivos, hogar de familiares desconocidos, muchos ya fallecidos. Comparto con ellos el apellido paterno. Con ellos y con bastante gente. Según el buscador del Instituto Nacional de Estadística, en España hay 11.462 personas que se apellidan igual, la mayoría en la provincia de Granada y, la minoría, en A Coruña. Solo comparto genes con un centenar. Pero ¿quiénes eran? Linarenses.

Linares, al igual que Baeza, no existiría sin Cástulo, una importante ciudad íbera que duró cuatro mil años. Un interesante museo arqueológico y un yacimiento en medio del campo atestiguan su existencia. Como buena amante de la arqueología que soy, he visitado ambos y he quedado fascinada. Donde ahora solo se ven piedras, se erigió una de las ciudades más importantes de la antigüedad. A pesar de haber sufrido un expolio constante, se han recuperado numerosos objetos cotidianos, esculturas, fragmentos de edificios e incluso un sorprendente mosaico. Vestigios de un pasado que se interrumpió de pronto, por circunstancias todavía desconocidas. Si te apetece revivirlo, puedes acudir a las famosas fiestas Íbero-Romanas.

Me he asomado a la historia de mis antepasados a la vez que a la de Cástulo y he sentido el eco de un pasado lejano. Al igual que la ciudad íbera, la familia Garzón vivió una época de esplendor, pero luego decayó y se dispersó por la península. Perduran algunas huellas. He descubierto las de familiares a los que quise y siempre querré: hay rastro de mi abuela en la heladería Los Valencianos; de mi abuelo en la churrería Casa Juanito y en la pastelería La Gloria; de ambos en el interior de la Basílica de Santa María la Mayor; de mi bisabuelo y tatarabuelos en una casa hoy reconvertida en convento. Ya no están, pero están.

Linares. Un punto en el mapa. Una marca en mi sangre. No es la única. Tengo más. Como tú. Como todos. Somos lo que heredamos pero, sobre todo, lo que experimentamos al vivir. Al caminar por la vida creamos un rompecabezas gigantesco formado de distintas piezas. Aunque unas tengan más peso que otras, todas cuentan. Si bien es interesante saber de dónde venimos, es más útil saber dónde estamos y a dónde queremos ir. Nos guste o no, es muy posible que algún día nuestra existencia se resuma en pinceladas. Decídelas tú. Acuérdate de vivir.

«Hay gente que solo existe y gente que vive. Tú qué prefieres, ¿existir o vivir?» Merlí. Sapere aude.

Fotografía: bandera y escudo de Linares

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Publicado en Historia real

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